¿Por qué le he cambiado el título a la entrada? Es muy sencillo: porque más que ver cómo funciona el ACER, lo que estoy viendo es cómo funciona Honeycomb frente al iPad. Es decir, la nueva hornada de tabletos son todos iguales respecto al hardware y al software, y en lo único que se diferencian es en el diseño y en los botones.
Resulta un poco risible la situación que se está dando en este momento. Existe una compañía que ha creado un producto limitadísimo, con unas condiciones de uso draconianas y una capacidad de personalización rayana en el cero absoluto. Eso sin contar barrabasadas varias como el tema del seguimiento de las estaciones de telefonía y más cosas que seguro saldrán a la luz. Y por otro lado todos los demás fabricantes intentando hacerle la competencia. Y van perdiendo.
Me recuerda a cierto paralelismo con Microsoft en la época del MS-DOS y de los primeros Windows. DR-DOS le daba cien mil patadas al de Microsoft, y OS/2 hacía lo mismo su equivalente. Sin embargo la compañía de Redmon se quedó con el pastel, de igual forma que lo está haciendo ahora Apple, y con las mismas técnicas sucias y rastreras. Para que luego digan que la historia no se repite.
No obstante, el iPad mola. Mola en todo menos en una cosa, que no llego a entender por más que intento encontrarle sentido.
Hablando en plata, después de estar casi dos días manejando la tableta con Honeycomb, ver el iPad me da asco. Pero de eso hablaré mañana, y lo demostraré poniéndoos unas fotos comparativas.
Pero volvamos a Honeycomb. Cuando empecé a leer los primeros comentarios sobre el sistema operativo, me negaba a creer lo que estaba viendo. Google no podía haberlo hecho tan mal. Pero sí, lo ha hecho. Pésimamente. Por ejemplo, el Android Market, la aplicación que nos lleva a comprar e instalar las aplicaciones, peta. Peta sistemáticamente. A veces vas a mirar un programa y te salta la pantalla de cierre. O al instalarlo. O al comprarlo. Básicamente es una mierda de programa.
También se nota cierta prisa en otras partes del sistema. Algunas pantallas sólo tienen una orientación. No, no me refiero a que sólo se puedan ver en horizontal o vertical, me refiero a que sólo se pueden ver en una de las cuatro posiciones. Y para más inri, aunque no estoy completamente seguro, dependiendo de la pantalla, va a un lado o al otro.
El rendimiento no es muy allá y a veces va a trompicones. Se queda como autista una fracción de segundo y sigue. No me refiero a las aplicaciones, sino a las cosas del sistema operativo. El cursor (el trapezoide ese) cuando estás editando texto a veces se va a una esquina y tienes que quitar el dedo, esperar un poco y volver a ponerlo. No obstante es una ventaja frente a iOS, que te fuerza a tener la palabra como precisión máxima.
Aun así, funciona bastante bien y no me ha perdido ningún dato. Digamos que se nota que necesita un hervor, sería como una RC de Windows, en la que todo funciona aceptablemente bien pero todavía necesita un toque.
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El diseño del sistema es bastante ergonómico. Destaca el botón global de ir hacia atrás (como en los Kindle) y el listado de los programas en ejecución. La combinación de ambos es muy potente, y funciona con suavidad y a la perfección. En contra de lo que he leído por ahí, sólo te muestra cuatro (apaisado) o cinco (vertical) aplicaciones, que se lanzan enseguida aunque a veces ya se hayan descargado de memoria.
El concepto de escritorio tampoco está nada mal, aunque en mi caso me sobran todos los widgets, incluso el del reloj, aunque ese lo he dejado. La búsqueda de aplicaciones y en internet se hace de forma simultánea y a veces lleva a confusión. Y si estamos perracos para teclear sobre un cristal, podemos usar el reconocimiento de voz, que funciona muy bien, y sin entrenamiento.
Lo demás es lo habitual, la lista de aplicaciones, un agrupador de las mismas un tanto exótico aunque funcional, y poco más.
La impresión es que como iOS no se aplique el cuento, se va a quedar atrasado en cuanto a ergonomía y facilidad de uso (o más bien diferentes formas fáciles de hacer una misma cosa). Después de usar Honeycomb, el iPad se me queda como obsoleto, y más aún en el aspecto de la multitarea, porque si dejas una aplicación haciendo algo (por ejemplo el navegador abriendo una página), cuando vuelves ya lo ha hecho, en contra del iPad en el que, mientras ha estado en backgound, no ha hecho nada.
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A fecha de hoy, el gran problema de Honeycomb son las aplicaciones, que brillan por su ausencia. No nos engañemos: hay miles de aplicaciones para Android y que funcionan en Honeycomb. Miles. Pero están diseñadas para una pantalla más pequeña y lo que en un móvil resulta útil e interesante, en una tableta no.
La peor limitación de las aplicaciones está en que cada tarea se realiza a pantalla completa, y no existe el concepto de ventana flotante como en iOS. Resulta desesperante ir recorriendo una a una todas las fuentes porque no puedes saltarlas o el hecho de saltarlas supone retroceder dos pantallas y volver a avanzar otras dos, sin saber dónde tocar porque no hay pistas visuales.
Si en iOS no existe el concepto de “ir al siguiente mensaje sin leer”, en Honeycomb tampoco, como tampoco existe el de “marcar todo como leído”. A mí al menos me desespera mucho tener cien fuentes (o correos) sin leer, leer los que me interesen, y marcar los demás como leídos. En Honeycomb no se puede hacer. Ni con las aplicaciones que vienen con el tableto, ni con las de terceras partes.
Personalmente me encuentro un poco preocupado, porque me da la impresión de que soy el único que protesta por esas cosas. Si el loco piensa que todos los demás están locos, lo más lógico es que quien realmente lo esté sea uno mismo, ¿no?
De todos modos me parece imbécil que nadie se haya dado cuenta de eso. ¿Será que los programadores no usan sus productos más allá de la verificación? Es que ni siquiera el Google Reader, que viene con el Honeycomb lleva la opción de marcar todo como leído, ni una vista en maestro detalle como en el iPad. Bueno, sí que la trae, pero es una mierda pinchada en un palo. Ergonomía cero.
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La pantalla es demasiado ancha o demasiado alta. Será cojonuda para ver películas, pero resulta una mierda para otras cosas, sobre todo cuando el diseño de la aplicación no acompaña.
Pobre, muy pobre. Algunas cosas están muy bien pensadas, pero otras parecen diseños de principiante, y de principiante no muy inteligente.
A Honeycomb no le falta un hervor. Le faltan tres, y el rediseño del 50% de sus conceptos. En eso iOS le gana por goleada. De hecho, iOS en el iPad le gana por goleada en absolutamente todo menos en:
· Calidad del pintado del texto.
· Sistema de ficheros público.
· Posibilidad de añadir más almacenamiento mediante tarjetas.