sábado, 23 de abril de 2016

El Capitán Alatriste ya no está triste

Zenda Libros es el sumidero al que van a parar las personas de bien, aquellas que no caben en los contubernios actuales, sí, esos llenos de gente que si no politiza o la chupa de lado no es nadie…

Digo que el otro día me pasé por Zenda Libros y descubrí un nuevo Alatriste. O más bien él me descubrió a mi, porque suelo leer a salto de mata pero me dio un pescozón y me fijó la mente: Todo Alatriste. Día del libro.
Sí, Juan Gómez-Jurado, yo también tengo un teclado de esos, pero conectado a un MAC. :-D
Técnicamente hablando no es nuevo, sino que igual que en su momento se recogió todo el canon holmesiano en un solo volumen, cuidado y mimado, ahora también se ha hecho con el alatristiano. Con dos grandes diferencias: no es una traición, digo traducción, y el autor está vivo.
¿Qué significa eso? 
¡¡Pues que la edición viene firmada!!  Y a todas luces parece que es una firma hecha a mano, aunque no puedo asegurarlo. Firmar 15.000 libros puede ser mucha (demasiada) tela, así que no descarto que sea algún tipo de tampón. 
Y numerada.
A eso he de añadir que, pese a lo que ponía en Amazon (lo siento, la más o menos única y más rápida forma de poder comprar un libro desde Holanda, en donde resido, es así), es una edición de tapa dura con sobrecubierta, un papel crema más que exquisito, una fuente de letra muy pero que muy bonita y algo que no es nada habitual en estos últimos tiempos: lomo cosido.
A eso hay que añadir una biografía de Alatriste, que todavía no he mirado por el morbo de no hacerlo hasta que no llegue a ella en el flujo de la enésima relectura de sus siete novelas, que empiezo mañana por la mañana.
Eso sí, búscate un atril porque el libro pesa lo suyo. Para los que dicen que el saber no ocupa lugar.

domingo, 10 de abril de 2016

Ulysses, iCloud e incompetencias varias

No, no voy a hablar del héroe griego, sino de una aplicación para OS X e iOS que tiene su mismo nombre. Habréis leído a Chulilla (y a mi) comentar cosas sobre Scrivener. 

Pues bien, Ulysses es algo similar pero con un diseño algo más moderno.
La idea de Ulysses es la de una aplicación para escribir sin distracciones, pero a diferencia de las chorriaplicaciones metrosexuales existentes, a veinte euros el disponer de un lienzo en blanco y tres atajos de teclado, Ulysses implementa todo un interesante envoltorio capaz de sincronización entre dispositivos y lo que es más importante: colaboración.
La aplicación no se ofrece como una de colaboración, porque no lo es, pero al igual que Scrivener se puede usar para escribir un guión de una película (que necesita un formato específico), Ulysses tiene la potencia y los medios suficientes para servir de software colaborativo mientras no se esté escribiendo en la misma hoja.
Lo pongo en cursiva porque el concepto en la aplicación no es el tradicional, sino que se trata de una parte de un todo. Es decir, una hoja en Ulysses es un bloque de texto que puede estar compuesto por una palabra o por diez mil.
Pues bien, mientras dos usuarios no tengan abierta una misma hoja, podrán editar cualquier parte del documento o documentos en cuestión.
Otro de los conceptos no tradicionales, y en los que se diferencia de casi cualquier otro programa, incluido Scrivener, es que no tiene concepto de fichero ni de proyecto.
Por lo tanto, todo está almacenado en un mismo lugar, aunque sí soporta una estructura jerárquica de profundidad infinita. La idea base es la misma que en 12, pero sin tener proyectos independientes.
Una de las mayores ventajas de tener el sistema así, es la búsqueda. Todo está en la punta de los dedos, y parece ser que el sistema de indexado de Ulysses es bastante bueno.
Si bien en apariencia es una ventaja, sobre todo para los usuarios que no quieren o no saben lidiar con ficheros, al final tenerlo todo en una misma cesta puede resultar peligroso.
Muy peligroso.
El otro día restauré mi iMAC viejuno, del 2011 pero que todavía da el callo con 24GB de RAM, dos discos duros internos -uno SSD- y un segundo monitor de 28 pulgadas.
Digo que lo restauré a lo bruto. Es decir, arranqué en modo recuperación y tiré de Time Machine. ¿El motivo? Simplemente quería limpiar el disco del sistema, que estaba casi lleno, y me daba mucha pereza andar con búsqueda de ficheros y demás, así que reinstalé desde cero, para descubrir que si una cosa me daba pereza, volver a instalar todos los programas me la daba más, así que tiré de Time Machine, restauré y luego limpié los ficheros.
Dobre trabajo por gandul, hala.
La restauración fue bien, y al cabo de unas dos horas mi OS X El Capitánestuvo funcionando como un campeón, cosa que no siempre ocurre cuando restauras un Windows de su copia de seguridad usando las herramientas de Microsoft.
Un par de días tiré a usar Ulysses en mi MacBook del 2012 para descubrir que todo lo que tenía en la aplicación daba conflicto con el iMAC.
Es decir, todas y cada una de las hojas, unos 30 megas de texto, estaban en conflicto con la copia del iMAC. Y para más inri, no había tocado absolutamente nada de nada.
Tremebundamente cabreado me puse en contacto con el servicio de Ulysses, pero como soy un ansias, conseguí resolverlo antes de que me respondieran.
(No os diré la cantidad de trapacerías que intenté antes de encontrar la solución correcta, entre las que estaba trastear a mano con las copias locales e internas de iCloud en ambos ordenadores).
¿Cómo? Pues bastante fácil.
En uno de los ordenadores, el que sea de los que esté todo en conflicto, echa todo tu trabajo a la papelera de la aplicación. No sufras que no pasa nada.
Solo tienes que dejar sin tirar, primero resolviendo el conflicto y quizás dejándolo en el escritorio, aquello que modificaste después de la restauración, si modificaste algo.
Luego te vas a la configuración de la aplicación, pestaña de copia de seguridad, y reza porque esté activa. Si lo está (y si no has tocado nada del programa debe estarlo por defecto), le das a Browse Backupsy eliges la anterior al desastre.
Yo al menos tengo muchas, de meses hacia atrás. Selecciones todo y con el botón derecho del ratón le das a restaurar.
Esperas a que se sincronice todo, añades los cambios que tenías en el escritorio, y listo para el baile.
No quiero entrar en detalles sobre quién fue el culpable del hecho, aunque apostaría por iCloud, que no tiene previsto ese escenario, aunque tampoco le quito culpa a Ulysses, que debía ser un poco más espabilado y saber que si dos copias de una hoja tienen la misma marca de tiempo y su contenido es idéntico… es que son iguales haya o no conflicto.

domingo, 3 de abril de 2016

Apple, cada día te odio más (pero todavía menos que a Microsoft)

Buenos días, lectores míos, hoy el reportero más dicharachero de Barrio Sésamo, digo WinTablet os va a contar otra que me está haciendo Apple desde la actualización 9.3 y 10.11.4 (y no, no es el tema de los enlaces en Safari).
Para que lo disfrutéis, lusers míos.
Hoy vengo a hablaros de iBooks y su última novedad en iOS 9.3 y OS X 10.11.4, que no es más que el uso de la nube para almacenar tus libros.
Es decir, que ahora, si dejas caer un libro dentro de un iBooks, este libro estará disponible en todos y cada uno de tus otros ordenadores. Más o menos. 
Y digo más o menos porque de mi colección de aCosas e iCosas, se sincroniza en todos menos en mi iMac del 2011. Quizás sea porque es demasiado antiguo y no acepte bien iCloud (léase con irónica ironía, por favor).
Esa es la primera en la frente, que no es que sea pequeña pero que al final me da igual porque no suelo leer en ese iMac. 
iBooks tiene otra característica muy potente y que, aunque en sus principios funcionaba penosamente, llevaba mucho tiempo yendo perfecta: la sincronización de la posición de cada libro entre dispositivos.
La única diferencia entre antes y ahora estaba en que o bien sincronizabas los libros a través de iTunes, o bien los tenías que añadir a mando en cada dispositivo.
El resultado era el mismo si el fichero era exactamente el mismo: sincronización del punto de lectura, con la salvedad de que si tenías mala conexión a veces no funcionaba, pero eso pasa igual con cualquier otro cacharro.
Pues eso ha dejado de funcionar, o al menos ha ocurrido con algunos libros, y estoy por creer que el problema no estaba en 9.3 y sí en 9.3.1, porque antes de poner esa todo me iba bien.
De todos modos el hecho está en que voy a tener que dejar de usar iBooks y pasarme a alguna otra alternativa.
¿Cuál? Pues no sé. De las que conozco, Marvin es la más potente de todas pero está abandonada, no tiene soporte para el iPad PRO y la sincronización falla bastante. 
El autor de la aplicación ha dicho que está preparando una actualización bomba, pero no me lo creo.
Otra de las que prometen se llama Hyphen, pero tiene el mismo problema que la anterior: no sincroniza (esta por diseño), y aunque el autor ha prometido el oro y el moro, el hecho es que no se actualiza desde hace unos meses.
Esto me lleva a un tema incidental respecto a la creación de aplicaciones. Desde mi punto de vista es preferible que el autor vaya añadiendo opciones gradualmente, en pequeños pasos, que no pocas y con muchas opciones.
En primer lugar porque así la creación y corrección de bugs es controlable, y en segundo, la gente percibe que tu aplicación está viva.
Os puedo poner el ejemplo de GoodReader, que llevaba casi un año sin actualizarse y ya pensábamos que había muerto, cuando de repente añadió de golpe más opciones, entre ellas soporte para el palito y el iPad Pro. 
Otro ejemplo es Hypen, que tiene wiki con seguimiento del progreso, y lleva como tres meses sin que ese 25% terminado avance hacia adelante. Eso te da muy mala espina por mucho que el autor diga que continua avanzando.
Y en esas estamos. No tengo ganas de iniciar una nueva tanda de prueba de aplicaciones para leer, y ya sé que más de uno me recomendaría el Kindle, en versión cacharro independiente o en versión aplicación.
Y no lo uso por dos motivos. El primero es que, pese a indicar el tiempo que queda de lectura del capítulo, te lo indica como “tiempo” y no como páginas o locations (que es como el Kindle mide el tamaño de un libro), y dada mi extraña forma de leer, el tiempo de lectura no significa nada para mi. 
El otro motivo estriba en que no me gusta leer con el Kindle (el aparato). Pese a todos los avances, sigue teniendo el problema del contraste. El fondo, al ser un poco claro, requiere que la luz esté a un nivel alto, por lo que hiere un poco a los ojos, de modo que solo tienes la opción de brillo bajo y forzar la vista o brillo alto y deslumbrarte.
Evidentemente hablo de leer en la cama por la noche con la luz apagada. De día el Kindle es tan usable como un aparato con pantalla retroiluminada, y a la luz del sol ni te digo.
Y mi amigo Odo acaba de hacer que me dé cuenta de una cosa: ya no leo de lado en la cama, cosa que me gustaba mucho, por la incomodidad de sujetar un cacharro grande…
Así que quizás vuelva al Kindle…