Me gustaría que hicierais conmigo un ejercicio de lógica formal. Bueno, no tanto, tampoco es cosa de ponernos a plantear silogismos, modus tollens y demás zarandajas, aderezado todo ello con la simbología del ramo. Mejor apliquemos algo de coherencia y razón, que falta nos hace.
Partamos del principio de que, en Libranda, la diferencia entre un libro en papel y en formato electrónico es de unos cinco o seis euros, al menos por ahora.
¿Qué es lo que constituye la creación de un libro? Por un lado está el autor, que se lleva su parte. Por otro está la maquetación del mismo, proceso por el cual se toma el original del autor y se transforma en algo que pueda ser alimentado a una serie de máquinas que, a partir de papel, a veces tela e hilo, pegamento, y mano de obra, producen un objeto manufacturado que se llama libro. Luego hay que llevarlo hasta una tienda, donde se venderá (o no). Si no se vende, se devuelve al fabricante, que procederá a saldarlo y reenviarlo a otras tiendas, a almacenarlo esperando tiempos mejores o incluso a destruirlo.
Creo que más o menos ese es el proceso de producción de un libro de papel. Para producir un libro-e se siguen una serie de pasos que, en determinado momento, se separan.
El autor está ahí, así como la maquetación. De la maquetación se pasa a un servidor que, de forma automática, irá generando y encriptando copias del mismo conforme se vayan vendiendo. Ese proceso es muy rápido, por lo que en lugar de guardar una copia del comprador dentro del servidor, lo que se hace es anotar qué libro se ha comprado y la próxima vez que quiera obtenerlo se vuelve a generar.
Supongo que hasta ahora la cosa está clara. A partir de aquí debemos tener en cuenta que la diferencia entre un libro de papel y uno electrónico es de unos seis euros. Tenedlo muy en cuenta, porque voy a enumerar las cosas que necesita un libro-p y no un libro-e.
Se tiene que comprar papel en gran cantidad, preferiblemente cuando está barato, y luego almacenarlo adecuadamente. El papel, si no se guarda en un entorno controlado, pierde sus propiedades, así que los almacenes han de tener la atmósfera controlada. Claro está, no me refiero a tenerlo en una sala blanca, pero sí mantener un cierto control de humedad y temperatura. No vamos a entrar en detalles sobre el tamaño del almacén, porque realmente importa poco. Simplemente debemos quedarnos con la idea de que la editorial o la empresa que produce el libro ha de tener uno. Y si no lo tiene y compra el papel bajo demanda, deberá tenerlo quien lo venda.
Hay que mantener una máquina de imprimir y encuadernar. No creo que sea una máquina barata de comprar ni de mantener. Por experiencia propia con hornos industriales (que no dejan de ser otras máquinas grandes y aparatosas), es caro y requiere personal especializado, y más aún con una máquina que seguro tiene miles y miles de partes móviles, sensores y demás. De nuevo aplicamos la idea de que si la editorial no tiene la máquina, debe tenerla la empresa a la que la editorial encargue el producto, de forma que, de un modo u otro, el coste está ahí. A partir de aquí omitiré el argumento sobre si no lo tiene la editorial lo tiene otro, que es aplicable en todos los casos.
Una vez que tienes el libro impreso y encuadernado, tienes que almacenarlo, también con una atmósfera más o menos controlada.
Luego, lo tienes que enviar a las distribuidoras y librerías, y en cada paso se almacena. Sin embargo, por mor de simplicidad, lo resumiremos en un solo paso: gastos de transporte y almacenamiento.
Finalmente está el beneficio de la librería, que se descuenta del precio del libro. Si no se vende los costes se incrementan, y también deben repercutir en el precio.
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Para un libro-e, el proceso es el siguiente: obtención del original del autor y todos los tejemanejes que eso lleva, y maquetación del mismo. Pasos comunes al listado anterior, que es el motivo por el cual los hemos omitido antes.
A partir de este momento sí que hay grandes diferencias. Una vez que el libro está maquetado, se envía por algún sistema electrónico (léase email, aplicación vertical conectada a internet, etc.) al servidor que gestiona la tienda, que inmediatamente lo pondrá a la venta al precio estipulado. Aquí el único coste es del alquiler del servidor o del sistema de venta que, comparando con otros precios, es trivial.
Además, no existen devoluciones ni necesidad de almacenamiento de las mismas, re-etiquetaje, vuelta a vender, etc. Tampoco se guardan unidades para servir bajo pedido.
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Resumiendo: comprar papel, almacenarlo, imprimir y encuadernar el libro, almacenarlo, distribuirlo a diferentes lugares con posiblemente varios almacenamientos intermedios, el beneficio de la editorial y el de la distribuidora, omitiendo el ciclo de devoluciones y servicio bajo demanda. Frente a pagarle al autor, maquetarlo y pagar un servidor de comercio electrónico.
Todo eso vale 6 euros frente a 24 que nos cobran en la librería.
Yo, lo siento, aparte de que no me lo creo, me considero estafado no sólo cuando compro un libro-e, sino cuando compro uno en papel.
NOTA: Sobre el difícil proceso de maquetación, hablaré largo y tendido en una próxima entrada.
NOTA: Curioso, curioso. Ahora en Libranda, cuando haces clic sobre un libro ¡te lleva al libro en la tienda! (No como antes, que tenías que volverlo a buscar).