Hace un rato he visto un Macbook Pro con pantalla Retina y lo primero que me ha venido a la cabeza ha sido: ¡Toma! Un aipad con teclado. Y los dos chicos que andaban por la tienda de K-Twin se han partido la caja de risa.
Luego me he puesto a mirar y comprobar cosas porque justo al lado tenían otro de 15”, también nuevo, pero con la pantalla normal.
Los medios de comunicación (¿soy yo uno de ellos?) se han hecho eco de las diferencias entre ambas pantallas, y lo cierto es que no le hacen justicia. La diferencia se nota, y no poco. Aunque veas directamente una pantalla Retina sin haber comparado antes con una normal, lo notas. Si ya haces la comparación, entonces no hay posibilidad a cometer ningún tipo de error ya que la diferencia es más que evidente.
Básicamente no puedes ver el pixel. No es que en un Pro normal (por lo menos el que tenían allí) se vea mucho, pero se ve. Igual que en mi Air del año pasado. O en el iMac de 27. Y si lo comparamos con un iPad anterior al 3 o un iMac de 24 del 2008 (el otro que tengo) ya ni os digo.
También es cierto que Windows se ve acojonantemente bien en casi cualquier pantalla de Apple frente al propio OS X dado el suavizado de fuentes que trae este último es, básicamente, una mierda pinchada en un palo.
No quiero saber cómo se verá WIndows en una pantalla Retina…
Esta pantalla tiene “truco”. Os cuento. La resolución recomendada es lo que Apple llama “Best Retina”, que equivale a una resolución de 1440x900, que es la misma que tiene mi actual Air. Es decir, el tamaño de todo se ve igual que a esa resolución, pero sin pixelar. La visualización es exquisita.
Ahora bien, tenemos cuatro resoluciones más, dos por abajo y dos por arriba, como se ve en la imagen superior y que no son retina. Los fogueados en pantallas de TFT sabrán que éstas tienen una resolución nativa o recomendada, que es la que muestra las cosas bien.
Luego se pueden poner otras pero suelen aparecer como borrosas o de peor calidad. En una pantalla Retina eso no pasa, que es a lo que quería llegar.
Si ponemos la resolución más alta posible, nos quedamos con una pantalla equivalente en tamaño a la de un iMac de 27” con el texto un poco achatado. Bueno, no tanto porque si no apenas podríamos ver nada, pero sí lo suficiente como para tener mucho espacio de escritorio…
Pues bien, incluso a esa resolución aumentada, la visualización es acojonantemente mejor que la del Pro normal, y de hecho sigue sin verse el pixel.
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Otra cosa es el precio del ordenador. Aunque parece muy caro (dos mil doscientos euros), no lo es tanto. Comparados con los Pro, claro. Si a un Pro normal le pones un disco SSD de 256 GB verás que el precio es el mismo o casi.
Lo dicho, un maquinón que, sin ser mágico ni genial ni nada de todas esas palabras que Apple suele emplear para distorsionar la realidad, es un gran equipo con un gran rendimiento.
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