Soy el afortunado poseedor de un Tagus Lux de Casa del Libro. Bueno, realmente son dos porque el otro es para mi costilla.
Sí, ya sé que esto anda un poco desatendido, pero lo cierto es que me he ido prodigando por otros sitios y qué leches, uno tampoco tiene todo el tiempo del mundo para escribir lo que quisiera.
Los habituales del sitio conocerán que siempre he sido un rabioso kindlerero de los de toda la vida, o más bien desde su segunda versión. Y no, no me refiero al segundo modelo que saliera en España, sino al segundo modelo USA, cuando aquí ese aparato era un animal mitológico.
Desde entonces creo haber manejado todos sus modelos y variantes, comenzando con las citadas versiones americanas y terminando con las europeas. Si no recuerdo mal, y poniéndoles un número para distinguirlos, Kindle 2 USA, Kindle 2 Internacional, DX USA, DX Intl. Eso los de color blanco. Luego pasaron a los de color oscuro, con el Kindle Keyboard ylos Graphite, luego el 4 y finalmente los Paperwhite.
Algunos sólo han pasado por mis manos de forma casi testimonial, pues apenas los he manejado los he cedido a novias (bueno, sólo una), hermanas y madres…
De hecho, hasta hace unos días, yo estaba más que contento con ser un usuario intensivo de las tecnologías Amazon, que se muestran -y esto nadie puede negarlo- mucho más usables y prácticas que cualesquiera otras, léase ePUB y la plataforma de Adobe, que básicamente es una mierda pinchada en un palo, mierda potenciada en España a causa de las editorialuchas y la triste implementación que de ello han hecho, Libranda de por medio.
Vale. Al que quiera saber más sobre esa opinión tan dura, tiene este blog para ir leyendo.
Pero hubo una cosa de Amazon que me andaba tocando un poco los cojones. A mi y a mi pareja. Resulta curioso que una vez que habíamos leído un libro no comprado a ellos, empezábamos a recibir publicidad del tipo “ahora que has leído Piscas pajas quizás te guste El pajote gordo. Y así durante varios libros.
Que conste que esos libros no comprados en Amazon no quiere decir que fueran piratas. Algunos sí, los menos, pero otros simplemente los compraba yo en mi aparato y se los pasaba a ella, después de quitarles el bicho.
Podíamos haber tenido ambos aparatos registrados en la misma cuenta, pero entonces nuestros puntos de lectura se hubieran mezclado.
Por lo tanto, cruz en la casilla y a otra cosa, mariposa.
Kindles vendidos, los tres que quedaban en casa. Las cuentas no las borraré, al menos no de momento y al menos la mía no ya que tengo por lo menos cien eBooks comprados a ellos y tampoco es cosa de perderlos, pero lo cierto es que Amazon acabó para nosotros.
Seguiremos comprando algo, siempre que el precio acompañe y siempre que no estén por otro lado más baratos. Hablo, claro está, del formato electrónico. Del papel, pues depende de qué. Viviendo en una capital tengo a Casa del Libro, Fnac y El Corte Inglés a veinte minutos en coche. Y encima una al lado de la otra.
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Bueno, pues lo dicho. ¿Qué comprar que tenga un mínimo de calidad y que no pertenezca a un grande y espía? Porque si no os habéis dado cuenta, el motivo es que ya está bien de que sepan qué y cómo leo.
Descartados los Sony, los Kobo, los Nook. Todos terminan siendo lo mismo. La idea es comprar algo libre y no atado a ninguna librería.
Tras mucho mirar aquí y allí, me quedaron dos familias: Booken y Boox. Ambas son independientes, y ambas tienen un mínimo de calidad. Pocketbook quedó descartada porque sacan aparatos como churros y luego no los actualizan…
Al final nos decidimos por Boox. Ya había tenido uno de ellos y la verdad es que tenían buena pinta y el firmware es de lo mejor de entre lo peor.
A ver, la funcionalidad y la integración con las tiendas no existe, que es lo que queríamos, pero también es cierto que la implementación del software tiene muchos tropezones, que generalmente se quedan donde están y no se solucionan, cosa que los grandes sí suelen hacer. Más o menos.
Elegimos Boox por otra razón: la interfaz de desarrollo es QT, de la que conozco algo y de hecho ya hice, para el modelo que tuve, un parche para que el CoolReader pudiera leer los ficheros de separación silábica desde la unidad externa. Y de hecho dicho parche sigue circulando por internet para esta versión nueva.
Por lo tanto, ni corto ni perezoso me dirigí a la web a comprarlos cuando se me encendió una lucecita en la cabeza. Como había estado mirando muchos modelos, resulta que el Tagus Lux es el mismo modelo que iba a comprar, pero 40 euros más barato.
Las dos únicas diferencias físicas con el i62HD Firefly están en que no tiene botones laterales y en el serigrafiado de la carcasa, que es diferente.
El firmware era una variación del original, personalizado para Casa del Libro y que referencia a su tienda.
También comprobé que el firmware original del i62 instalaba perfectamente en el Lux, así que con coger el coche y acerarme a una tienda física podía tener los dos aparatos al momento y por 80 euros menos.
Total, al llegar a casa les metería el firmware del i62 de Booxtor (el mejor de todos) y tendría dos sendos Firefly, pero algo más baratos.
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¿A que suena bien? Pues sí, suena perfecto. De hecho la actualización del firmware funcionó a la primera y sin problemas. Y los aparatos funcionaban sin ningún problema…
…
… Hasta que le dimos a regular la luz.
Según Casa del Libro la regulación funciona bien, porque todos sus aparatos la regulan igual.
Según el fabricante OEM no, hay una partida de placas defectuosas (más bien con un error de diseño) que hace que la regulación del brillo no baje de cierto nivel.
Pues bien, ya sabéis por qué valen 40 euros menos: por la ausencia de botones laterales y por las CPU, que son la serie defectuosa. Esto también nos da una idea del funcionamiento de los fabricantes españoles. Peor que los políticos.
Así nos va.
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La esperanza la tengo en una resistencia llamada R240 que hay que variar de valor, aunque todavía no tengo claro si me decidiré a arreglarla o a devolverlos si consigo una versión del firmware original de Casa del Libro, que por desgracia no tengo, porque si la tuviera ya lo habría hecho.
Si alguien la tiene, por favor, que me lo diga y me la envíe antes de que les meta el soldador.
Pues sí que te metes en berenjenales :-)
ResponderEliminarYo feliz con mi Kindle "normalito" y no necesito más.
Suerte.
Sin faltarte razón, veo desproporcionada la reacción. Nos espían, ya, y qué. Ni que fuera novedad. Cualquier búsqueda en Google queda registrada. Si usamos Gmail, los correos quedan registrados y son leídos. Tendríamos que hacer malabares para no ser espiados en Internet, y eso pasa por usar redes alternativas. Amazon sabe qué leemos, pero eso ya lo sabíamos (hasta puede borrarnos libros). No quiero parecer un conformista o alguien que no se preocupa por su privacidad. Pero la calidad y facilidad de un Kindle o un Sony difícilmente se encuentra en otras marcas. Y si me empezara a obsesionar con la privacidad, tendría que hacer bastantes cambios en mi vida cibernética, no solo cambiar de eReader.
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